Cuando percibimos la guía de Dios, el reto de Dios o el apoyo o consuelo de Dios, decimos que eso es obra del Espíritu Santo. En hebreo, las palabras para Espíritu, viento y aliento son casi la misma.
El Espíritu Santo testifica de la verdad. Él es la fuente del testimonio y de la revelación personal. Puede guiarnos para tomar decisiones y nos protege del peligro físico y espiritual. Se le conoce como el Consolador, y puede calmar nuestros temores y llenarnos de esperanza.